Cuando era enano me tomó
la mano y me la besó.
Mi madre me enseñó primero a caminar
solo, solito andarás.
Y me hacía comer mirando un ascensor
que había en el patio interior;
y a querernos los dos.
Mi madre me enseñó
a no llorar en el colegio
cuando ella no podía estar,
a distinguir entre el aprecio
que las personas me pudieran dar.
Mi madrecita me enseñó
a ver la vida como un señor;
y la cara de Dios,
mi madre me enseñó.
Es amor de madre que me dió
su estilo, su clase, su voz.
Me decía que no te enamores jamás
de alguien que te pueda fallar…
Y llevaba razón.
Mi madre me enseñó
a resguardarme de la lluvia
con un paraguas de verdad,
a soportar todas las puyas
que los malajes me quisieran dar.
Cuando era enano me otorgó
su amor de madre su corazón.
Mi madre me enseñó a cantar con emoción,
a no temer la maldición.
Y la cara de Dios,
y la cara de Dios.
Mi madre me enseñó,
a querernos los dos.