Después de la tormenta viene la calma, viene la paz.
Si a Cristo, de rodillas, tú se la pides, El te la da.
No importa que legiones del enemigo te hagan sufrir;
Si al nombre de mi Cristo, sagrado nombre, tendrán que huir.
La noche más oscura tiene su aurora, tiene su albor,
la vida más perdida tiene esperanza del Salvador.
No importa que el pecado te haya manchado con su maldad,
pues Cristo te perdona y te corona de santidad.
Jesús hoy nos invita con voz bendita a ir a El;
Su paz nos asegura y nos ofrece ser siempre fiel.
Con Cristo triunfaremos y en El tenemos buen Capitán:
Marchemos victoriosos, siempre gozosos, a Canaán.