Errante soy y peregrino,
como un extraño por doquier,
espero que el amor divino,
consuelo y paz me va a ofrecer.
Confiado voy a la morada
donde está el Padre Creador;
al terminar esta jornada
junto estaré a mi Salvador.
Ya llego al fin de mi camino
ya siento próximo el Jordán;
nada me inquieta mi destino;
que aquí mis penas quedarán.
Confiado voy a la morada
la dulce Madre encontraré;
al terminar esta jornada
en su regazo dormiré.