Cabeza ensangrentada,
Cubierta de sudor,
De espinas coronada
Y llena de dolor;
¡Oh celestial cabeza,
Tan maltratada aquí,
De sin igual belleza,
Yo te saludo a Ti!
Te admiro rostro herido
Espejo de bondad;
Aunque en Ti han escupido
Con infernal maldad.
¿ Quién se atrevió, mi vida
Con loco frenesí
Y saña fraticida
a escarnecerte así?
Cubrió tu noble frente
La palidez mortal,
Cual velo transparente,
De tu sufrir señal.
Cerrose aquella boca,
La lengua. enmudeció;
La fría muerte toca
Al que la vida dio.
Señor, lo que. has llevado;
Yo solo merecí;
La culpa que has pagado
Al Juez, yo la debí.
Mas, mírame : confío
En tu cruz y pasión ;
Otórgame, bien mío,
La gracia del perdón.