Como el ciervo ansioso brama
frescas aguas por beber,
asà siente toda mi alma
del Dios vivo grande sed.
Mi alma tiene sed de Dios,
y al Señor alza su voz.
¿Cuándo iré ante su presencia,
a gozar de su clemencia?
Pan de lágrimas amargas
constituye mi porción.
Búrlanse los enemigos:
"Dinos, ¿dónde está tu Dios?"
Mi recuerdo, con dolor,
vuelve al templo del Señor,
donde con tu grey un dÃa
te alabé con alegrÃa.
No te abatas, alma mÃa,
ni te turbes en tu fe.
¡Cantarás a Dios un dÃa!,
al que vela por tu bien.
El Señor escuchará
tu clamor. Enviará
su clemencia y su consuelo
el que cambia en gozo el duelo.
Solamente en Dios espera;
no te canses de esperar.
Pon el Él confianza entera,
pues aún lo has de alabar,
que no hay otra salvación
ni otro Dios. ¡Oh corazón,
canta lleno de alegria
al Eterno, noche y dia!