Mi Redentor, el Rey de gloria,
Que vive, yo seguro estoy,
Y da coronas de victoria;
A recibir la mía voy.
CORO
Que permanezca no pidáis
Entre el bullicio y el vaivén,
El mundo alegre hoy dejara,
Aun cuando fuese algún Edén;
La cita nada más aguardo,
Que el Rey me diga: Hijo, ven.
En mi Señor Jesús confío,
Su sangre clama a mi favor;
Es dueño El de mi albedrío,
Estar con El es lo mejor.
De tanto amor me maravillo,
Y no me canso de admirar;
Me libertó de mi peligro,
Sufriendo todo en mi lugar.
Cosuélome en su larga ausencia
Pensando: Pronto volverá.
Entonces su gloriosa herencia
A cada fiel Jesús dará.