Dulces momentos, consoladores
Los me que paso junto a la cruz;
Allí sufriendo crueles dolores
Veo al amigo de pecadores,
Cristo Jesús.
Veo Sus brazos de amor abiertos
Que me convidan a ir a El;
Y haciendo suyos mis desaciertos,
Por mí sus labios ya casi yertos,
Gustan la hiel.
De Sus heridas la viva fuente
De pura sangre veo manar;
Y salpicando mi impura frente,
La infame nota de delincuente
Logra borrar.
Oigo a los necios decir: "No pudo,
Salvando a otros, salvarse a si".
Y exclamo: "Cristo, yo te saludo;
Porque en tu muerte, vida, no dudo,
Hay para mi".
Veo Su angustia ya terminada,
Hecha la ofrenda de la expiación,
Su noble frente mustia, inclinada,
Y quedo cierto que es consumada
Mi redención.
¡Dulces momentos, ricos en dones
De paz y gracia, de vida y luz!
Sólo hay consuelos y bendiciones
Que satisfagan los corazones,
Junto a la cruz.
Los me que paso junto a la cruz;
Allí sufriendo crueles dolores
Veo al amigo de pecadores,
Cristo Jesús.
Veo Sus brazos de amor abiertos
Que me convidan a ir a El;
Y haciendo suyos mis desaciertos,
Por mí sus labios ya casi yertos,
Gustan la hiel.
De Sus heridas la viva fuente
De pura sangre veo manar;
Y salpicando mi impura frente,
La infame nota de delincuente
Logra borrar.
Oigo a los necios decir: "No pudo,
Salvando a otros, salvarse a si".
Y exclamo: "Cristo, yo te saludo;
Porque en tu muerte, vida, no dudo,
Hay para mi".
Veo Su angustia ya terminada,
Hecha la ofrenda de la expiación,
Su noble frente mustia, inclinada,
Y quedo cierto que es consumada
Mi redención.
¡Dulces momentos, ricos en dones
De paz y gracia, de vida y luz!
Sólo hay consuelos y bendiciones
Que satisfagan los corazones,
Junto a la cruz.