Gran maravilla es que Jesús,
El Hijo eterno del gran Dios,
Muriese en la afrentosa cruz
Por un impÃo como yo.
Pero yo sé que es la verdad
Que al mundo pobre y vil bajó
Para sufrir y trabajar,
Tan sólo porque nos amó.
¡Cómo El, tan santo, pudo amar
un hombre torpe y pecador!,
Yo no lo sé, mas fue su afán
En dura cruz ganar mi amor.
A veces pienso yo en la cruz,
Mis ojos cierro y mi alma ve
Clavos, espinas y a Jesús
En un intenso padecer.
Pero ni aún viéndole espirar
AlcanzarÃa yo a medir
De aquel amor Ja intensidad
Que ardiendo siempre está por mÃ.
Me causa asombro ver su amor
Tan amplio, cariñoso y fiel,
Pero aun me asombra más que yo
Le tenga amor tan pobre a El.
Pero Señor, Te quiero amar;
Inflama Tú mi corazón.
Y Te amaré yo más y más
Hasta gozar en tu mansión.