¡Oh fiel promesa, tú jamás me olvidas!
¡Qué pondrá en mi alma sombras o pesar?
Aunque esclavice negra noche el valle,
Más allá vislumbro bello alborear.
Coro
¡No me olvidaré de ti, no nunca!
Ve mis alas amparar,
Ve mis brazos custodiar;
¡No me olvidaré de ti, no nunca!
¡Tu nombre en mis palmas
Esculpido está!
¿Cómo podría, por su fiel cuidado,
Mi amor demostrarle y honda gratitud?
Hasta su amparo llevaré otras almas
Que sus vidas sacien de su plenitud.
Cantan mis labios gozo y alabanza,
Por su fiel cuidado, libre de inquietud,
Aunque la tierra cruce despreciado,
Los más bellos días me dará Jesús.
Cuando los atrios de oro me circunden
Viendo ya muy lejos todo mi penar,
Cuán venturoso que sus labios digan:
¡Ven, oh siervo amado, he aquí tu Hogar!